martes, 17 de junio de 2008

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

Como se puede leer en el post anterior no voy ya mucho al cine, pero decidí hacer una excepción con Indiana Jones. No iba con demasiadas expectativas, porque esto ya me hizo sufrir con el Episodio 1, con los Piratas II, y con muchas más, y ya no voy con la guardia baja. Pido un mínimo de calidad y respeto al producto original y que me distraigan lo que dure la peli, y con esta actitud me libro de chascos y me llevo algunas alegrías.
En fin, que conseguimos ir a IJ4 y allí me senté, con poco público (eso sí, con la comida más apestosa disponible en sus manos y con un Pateador Rítmico Profesional en la fila de atrás) y a ver qué habían hecho el amigo Steven y el no tan amigo Lucas con el Mito de Nuestra Niñez, tras reducir a Darth Vader a un niñato zampabigmacs con pelo a la taza.


La peli empieza con muy bien pie. Hay guiños (un poco burdos, pero bueno, decidimos pasarlos y echarnos unas risas), aparecen los malos y la chica (sin ambigüedades como en la 3ª; esta es mala malísima y sabemos de entrada que no va a acabar bien), y el Spielberg demuestra que las escenas de acción y las persecuciones son lo suyo y no ha perdido el pulso. Transcurre así la primera escena, que nos hace pensar que todo va bien. Bajamos la guardia, aliviados: es lo que esperábamos, ha valido la pena pagar la entrada, otra que habrá que añadir a la colección. Error.


Ahí acaba lo mejor de la película; desde aquí empieza a ir cuesta abajo y sin frenos. Lo siguiente es la temida aparición del memo de Shia Laboeuf, el equivalente cinematográfico de Justin Timberlake: blandito como la masa de pan cruda, pero va de duro; con cara de pardillo pero con algún dios del marketing cubriéndole las espaldas, porque nos lo venden como el nuevo James Dean poco menos. Un rebelde,
MTV style. En fin, hay que decir que no lo hace tan mal, pero se ve venir todo todo y todo lo que va a pasar con él, por lo que para mí sobra el personaje tras sus primeros cinco minutos.

Intercalan otra estupenda persecución en la que se pasan tres pueblos pero con gracia; en los siguientes minutos recordaremos con añoranza esta escena porque no habrá nada mejor después. Le siguen viajes con motos absurdas, una breve incursión a un templo más postizo que el moreno de Tom Jones, con extrañas criaturas brotando de las grietas (mezcla de los jíbaros cabezones de la Momia II y los trasgos de Los Anillos) y la aparición de la famosa calavera, cuya forma elimina toda posibilidad de sorpresa final. Los que la han visto ya saben porqué.


Tras otro encuentro con los malos, reaparece Karen Allen, y ojalá no lo hubiese hecho porque Lucas (apuesto a que fue él) coge el personaje que tanto amábamos de chica dura, bebedora y espabilada que le seguía el juego a Indy como Bacall a Bogart, y la convierten en una hippy alucinada que pasaba por allí y se une al grupo para echarse unas risas. La han descafeinado hasta límites vergonzosos y seguro que ya ni fuma, igual que a Harrison ya sólo le quedan sopitas y petanca porque el personaje ha perdido toda la gracia y el rictus de héroe apaleado es ahora de señor mayor cansado de verdad.


Llegamos así al punto sin retorno, con una escena que haría sonrojarse a Ed Wood en la que intervienen unas arenas movedizas y una serpiente, no diré más. Los fieles devotos perdemos la fe de golpe y pasamos a ser escépticos indignados, pero cuando llega la otra gran persecución ya evolucionamos a ateos sedientos de sangre y deseamos insultar a la cara a Spielberg y Lucas y preguntarles porqué, porqué nos han abandonado. Aparecen hormigas sintéticas, previsibles muertes
light de villanos y llegamos a la escena final (John Hurt aparece por ahí pero es como los libros de Dónde está Wally porque una vez lo has localizado deja de ser interesante). Indy y los suyos llegan a Terra Mítica (o quizá es Port Aventura), desfacen todos los entuertos, nos ponen una última muerte más previsible que un calendario y ya no sabemos cómo sentarnos para evitar los calambres.

Pero el Dúo de la Muerte nos tiene reservado un horror final, la última escena, que mataría a un diabético por su almíbar y cursilería. Los que ya la han visto saben de qué hablo. Vomitivo. Estamos paralizados; lo han vuelto a hacer, estos cabrones primero nos dan una joya para nuestro disfrute, la adoptamos como propia con fallos y todo (recordemos el Templo Maldito) y luego nos la arrebatan sin darse cuenta de que ya no es suya sino del público, y que hay que tener un respeto a los fans. En fin, chasco total. Voy a tratar de hacer un ejercicio de autosugestión y convencerme de que sólo existen tres películas de Indiana Jones (dos muy buenas y una muy mala) y relegar esta chorrada inclasificable al reino del limbo audiovisual, donde le hará compañía la serie del "Joven Indiana Jones", de infausto recuerdo. Mal. Muy mal.

LO MEJOR: la escena del principio, pero no te confíes. No hay más. Es una trampa.
LO PEOR: la serpiente, los monos y las hormigas. La serpiente. La destrucción de Karen Allen. El pánfilo de Shia. La escna de la serpiente. John Hurt y Cate Blanchett, totalmente desaprovechados. La sensación de que para Lucas y Cía la pela es lo primero, lo segundo y lo tercero, y que después no hay nada más.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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