jueves, 19 de julio de 2007

LA BALAUSTRADA DE ESCAYOLA

Vivo en un lugar que no es en el que nací, y quizá por eso me llaman la atención cosas autóctonas que aquí son el pan nuestro de cada día. Entre estas cosas, la que se lleva la palma en fealdad es el culto obsesivo a la balaustrada. No tengo nada en contra de las balaustradas en los palacios italianos antiguos, o en hoteles de Monaco, etc., porque son parte del paisaje, prácticamente se han inventado allí y es lo que uno espera ver, pero no acabo de entender cómo llegaron aquí y sobre todo, porqué agarraron con tanta fuerza (lo único que las iguala en faatismo local hacia un elemento foráneo son los mariachis, pero eso da para otro día). Están por todas partes, ya peguen con el edificio o no. El último ejemplo es el de la foto, tomada nada menos que en un edificio de oficinas de un polígono industrial local. Como veréis, es tan feo que hata es hermoso, de puro kitsch. Estoy deseando ver qué hacen con él en Navidad, porque está pidiendo a gritos uno de esos Papá Noeles (o ya puestos, Santa Claus) que nos invadieron el año pasado. Ya lo veremos. En cualquier caso, desde aquí pido (al vacío, claro) que cese esta fiebre de poner en cada edificio tinerfeño este elemento, capaz de afear hasta la arquitectura más bonita.

No hay comentarios: