viernes, 18 de julio de 2008

LIBRERÍAS

I would be most content if my children grew up to be the kind of people who think decorating consists mostly of building enough bookshelves.

(Me daría por satisfecha si mis hijos al crecer se convierten en ese tipo de gente que cree que decorar consiste principalmente en montar suficientes librerías)

Anna Quindlen, "Enough Bookshelves"

Soy un ratón de biblioteca. Una bibliófila. O mejor dicho, una bibliófaga: desde pequeña leo todo lo que me ponen delante sin discriminar demasiado; sólo hay un par de géneros que no soporto, y esto después de haberlo intentado al menos una vez antes de volver a los que sí me gustan.

Siempre he querido tener una bilioteca enorme, como en las películas y revistas de decoración, que forrase la pared (o mejor varias paredes, la habitación entera) de arriba abajo y a ser posible con escalera para llegar a los libros más altos. Llevo años envidiando sanamente bibliotecas de decorado como la del Profesor Higgins en My Fair Lady, o reales como la de un arquitecto catalán (no recuerdo cuál era) cuya casa en la plaza Real de Barcelona tiene unas sencillas estanterías de DM cubriendo las paredes a doble altura. Me gustan las clásicas de madera y sillones orejeros, como en los clubs ingleses, y las modernísimas de líneas limpias y minimalistas. Todas, siempre que los libros desborden los casilleros.

A cambio, no puedo con las librerías modulares (tele-mueblebar-librería) en las que los dueños sólo tienen libros en lotes: enciclopedias, colecciones con el lomo idéntico para "hacer más bonito", libros de atrezzo que podrían ser cajas fuertes horteras disimuladas con unas tapas y un lomo de cuero. Los libros tienen que ser diferentes, estar en distintos estados de desgaste, formar escalones y grupos de colores y letras. Los has obtenido a lo largo de años de dejarte tu paga semanal en librerías, recibirlos como regalo, traerlos de viajes, comprarlos de segunda mano; los has marcado con billetes de metro o tarjetas de embarque; algunos tienen dedicatorias, para tí o para el propietario original. Hablan de tí. Te recuerdan momentos y personas de tu vida con tanta facilidad como una foto. Te han ayudado, te han hecho reír, llorar y evadirte. Merecen un respeto.

Sigo sin tener mi biblioteca a medida, pero hace poco conseguí llenar una pared del salón con varios módulos que casi crean el mismo efecto, hasta que tenga el dinero y las ganas de sentarme a diseñar a medida lo que quiero para alojar mis libros. Tras pasar por catorce mudanzas (y un incendio) con la colección de libros aumentando y disminuyendo constantemente, y haber usado muebles de todo tipo para guardarlos, tengo cada más claro lo que necesito y lo que no. Las baldas muy anchas o muy largas son un problema, porque acumulan mucho más polvo, se desaprovecha más espacio y a la larga casi cualquier material por sólido que sea acabará pandeándose por el peso de los libros, sobre todo los de gran formato. Una vez encontré un modelo que resolvía esto: los tramos verticales eran muy estrechos, con lo que se podía reducir el espesor de cada balda sin miedo a que se deformase y además se aprovechaba mucho más cada casilla; pero aunque esto era una solución, la estropeaban porque ninguna balda era regulable, supongo que para evitar los agujeritos de regulación a lo largo de los laterales.

Mi casa actual no tiene doble altura para poder ponerle escalera sin que quede ridículo y pretencioso (además de innecesario, claro). Algunos de mis libros son apaisados y sobresalen de las baldas; sigo sin haber solucionado el problema del polvo; en un par de años se me quedará pequeña porque compro libros casi compulsivamente, más aún desde que descubrí Amazon Marketplace. Pero cuando entro en mi salón y veo mi biblioteca abarrotada, siento que mi casa me acoge.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿catorce mudanzas y un incendio? Tus libros han vivido mucho.

Yo más que tener una gran biblioteca en casa me conformo con trabajar en una. Por ello estudié Documentación, te podría dar muchos consejos sobre biblioteconomía, restauración de libros, estructura de estantes... si en la facultad te enseñaran lo que deben. La solución para el polvo tampoco entraba en el temario(muchos de mis compañeros trabajaban sin mascarillas en los depósitos de las bibliotecas universitarias).

Un saludo

Anónimo dijo...

Bueno, vivido, vivido...
TRas el incendio sólo "sobrevivieron" los que había prestado, los que me había mangado mi hermano o que me había dejado en otras habitaciones de la casa. Algunos los he vuelto a comprar o conseguir con los años.
Me parece interesantisimo lo de biblioteconomía, pero cuando tuve que elegir carrera me dio la impresión de que no era lo que parecía. Al final hice bellas artes, gran ironía porque tampoco es lo que la gente cree, la verdad.
¿Trabajas en una biblioteca, entonces? ¿o en archivo histórico?

Anónimo dijo...

Entonces sí vivieron, sobrevivir es una subcategoría de vivir ¿no?

No trabajo ni en bibliotecas ni en archivos, ojalá, me conformaría con ello. Mientras hacía la carrera trabajaba (estudié antes periodismo, otra carrera que, como todas, tampoco es lo que parece) y no pude hacer las prácticas necesarias, algún día me pondré con el manejo de bases de datos para ello. Mientras tanto trabajo como diseñadora/redactora web en una editorial, un trabajo mucho más informatizado y menos encantador.

Un saludo

Anónimo dijo...

¿Algo relacionado con el diseño gráfico, o más bien maquetación? Yo hago de vez en cuando alguna cosa de diseño gráfico suelto, logos, etc., pero mi trabajo "normal" tiene mucho menos glamour...

Desde luego hay carreras que no son lo que parecen, nos han tocado de ese tipo por o que veo ;-)

Anónimo dijo...

En mi anterior trabajo maquetaba con Quark. Ahora en la web hago gifs animados, cabeceras, botones...
Creo que ninguna carrera de letras es lo que parece, jeje.

Anónimo dijo...

Mi vida son los libros.
Así que ya sabes cuánto me ha gustado tu anotación.
Respecto a Carreras, ya saben...

Anónimo dijo...

Bleuge, creía que tu vida era la música ;-)

Anónimo dijo...

Very good!